“Esta es la primera vez que se instala un kit de estimulación medular”, indicó Antonio Farías, jefe del Servicio de Neurocirugía de nuestra institución, sobre el hito conseguido ayer en el pabellón 10 del HGGB. La cirugía trató una cervicobraquialgia, intratable incluso con morfina.

La innovadora técnica fue aplicada a un paciente intervenido hace 10 años en el HGGB, a quien se le extrajo un tumor cervical que salvó su vida. Tras esta intervención, quedó con un malestar en su extremidad superior derecha, que finalmente fue resuelta con este método.

“Nos ayudará a disminuir o eliminar dolores crónicos que se ven muy frecuentes en pacientes de columnas degenerativas o lesiones medulares. Son dolores invalidantes para los pacientes”, añadió Farías.

Tras dos horas, la cirugía se desarrolló de forma positiva y sin complicaciones. “Logramos el objetivo”, indicó el neurocirujano. El proceso fue acompañado por su par Fabián Piedimonte, médico trasandino especialista en neuromodulación e intervencionismo contra el dolor.

“Pocos hospitales en América Latina tienen las características tecnológicas y el recurso humano que he visto en este hospital”, destacó Piedimonte. Además, para el consultor de la Universidad de Concepción, aseguró que “este fue uno de los casos más difíciles que he visto en los últimos años”, lo que da un “doble valor” a este logro institucional.

Al paciente se le introdujeron catéteres de forma percutánea evitando “hacer una gran incisión”, contó el neurocirujano HGGB, Francisco Luna. El procedimiento fue poco invasivo. “Colocamos los inhibidores eléctricos alrededor de la médula para dar solución a la condición de dolor intratable de esta persona”, dijo el médico. El dispositivo quedó conectado a un estimulador en la zona dorsal baja.

“Es el comienzo de un camino”, indicó el anestesista, Germán Acuña, quien refirió que el HGGB es capaz de convertirse en líder nacional “en la aplicación de esta tecnología”. Respecto a la intervención, respaldó la decisión adoptada por Neurocirugía. “El paciente llevaba una década en cuidados paliativos, con dosis muy altas de opioides. “Estamos contentos”, cerró.