Quería aprovechar el verano, nadar y sumergirse; se lanzó un piquero, sin pensarlo, en una piscina de 90 cm. de profundidad. Despertó con  el cuerpo adolorido y entumecido, en una cama de hospital. Un antes y un después para Diego, había cometido un error de cálculo en profundidad y forma, generando una lesión irreversible.

El joven ingresó a pabellón para una cirugía de fijación de columna, con los neurocirujanos Walter Rivas y Francisco Luna. Hoy se recupera en Neurocirugía, pero nunca será el mismo.

Los médicos argumentan que este tipo de lesiones, fractura cervical y TEC, son complejas y requieren de pabellón y muchas horas de cirugía. En algunos casos, pueden derivar en la pérdida parcial o completa de las extremidades y el torso, a nivel sensorial y motora.

De acuerdo a los registros nacionales, los niños entre 10 y 15 años son los más propensos a sufrir accidentes como el descrito. Cuando el agua es poco profunda, agregan, el bañista se golpea la cabeza contra el fondo, lo que puede derivar en una fractura de columna cervical con daño medular, significa quedar en silla de ruedas.

Las recomendaciones para disfrutar seguros el agua y el verano, son: bañarse en lugares conocidos, con supervisión de adulto, si es niño; comprobar la profundidad del agua y de la piscina, no consumir bebidas alcohólicas si están disfrutando de la playa.

En caso de ocurrir un accidente por piquero, se recomienda: retirar cuidadosamente del agua al afectado, evitar mover su cuerpo, especialmente, cuello y cabeza; llamar a SAMU 131.